viernes, mayo 25, 2007

Mala, mala, mala

Una de mis mayores manías es observar los frenos que uno se pone en la vida. El principal creo que es el miedo, pues sus efectos paralizan tanto física como mentalmente. Invade el cuerpo, lo hace transpirar, nubla la mente y reduce a la persona a un ente sin voluntad sometido a los mandatos de los prejuicios y suposiciones.

De niña, mi mamá me decía que al miedo se le enfrenta, que era bueno tenerlo para darse cuenta de lo que uno verdaderamente desea. Yo decía que si tenía miedo era porque había situación incierta que suponía algún peligro, pero en realidad, la mayoría de las veces se relaciona con el fracaso. Caer es una consecuencia natural al responder de manera errónea ante una etapa o situación nueva en la vida, "de las caídas uno aprende", cifra el dicho popular, pero ¿cuán relacionadas están con la crueldad humana?

¿Seres que se conciben superiores hacen caer a las personas?


lunes, mayo 21, 2007

Vacío

Me he hecho amiga de tu ausencia. Vive conmigo, va conmigo a todos lados, siento su respiración y me cuenta sus aventuras. Es un tanto testaruda, a veces estalla en desesperación porque no te ve y sabe que no te puede alcanzar. Es curioso, vive enamorada de ti, pero nunca te lo ha dicho. Pobre, la compadezco en silencio, porque no sabe lo que es tenerte en sus brazos y oler un amanecer contigo.
Quisiera ser su enemiga, pues me contagia de sentimientos de angustia y a veces corren sus lágrimas por mi rostro. Las enjuga con tus recuerdos, pero son muy inquietos y por más que les insista en que se queden un poco más, quieren ir contigo para compartir más momentos bajo tu sombra. Qué malagradecidos son, yo los alimenté durante algún tiempo y me responden así.
Tu ausencia también crece con el tiempo, ya cambió de físico, si la vieras te sorprenderías. Me ha contado que me buscas y que la quieres lejos de mí. No te preocupes, no me acostumbro a ella, creo que no somos compatibles. Desearía que tu ausencia se convirtiera en tu presencia, que abandonara su rutina conmigo, que me asegurara que regresas a mí.
Vamos, ¿es tan difícil pedirle que se vaya? Aleja sus manos, que viven atadas a mí. Dame un momento de paz, quiero sentirte cerca.

sábado, mayo 19, 2007

Tiempos coartados

Puedo poseer, pero la carencia sigue presente. Es tan efímero el sentimiento y a la vez tan intenso, que perdura, que hace eco. Lo trato de retener, de que se impregne, lo restriego para que al menos una minúscula partícula, si es que tiene algo físico, se quede en mí.
Sólo quiero que se quede, que llene poco a poco cada parte de mí, que no me olvide, pues la memoria hace malas jugadas que convierten los veranos en inviernos.
La permanencia lo hace existente, perdurable. ¿Me recordará?

jueves, mayo 10, 2007

Unos cuantos piquetitos

La soledad es como caminar sobre el filo de un cuchillo, uno se puede cortar si se recarga mucho por error o intencionalmente, pero si se utiliza con cuidado puede servir para muchas cosas.
Existe una gran diferencia entre compartir soledades y la fusión de existencias. El primero responde a la evasión de un miedo natural del ser humano: el no pertenecer a una sociedad, bla bla, el segundo, a una compenetración de emociones, gustos e ideas. Ésta es un poco más difícil de lograr, pues requiere de todo un método que excluye las pláticas sobre el clima y las faroleadas sobre política, religión y fútbol.
La camaradería nace cuando la otra persona encuentra en su compañero actitudes o acciones que están codificadas para poder entablar una conversación amena, ayudarlo en problemas o simplemente acumular experiencias. La confianza ya es otro tema, pues puede dañarse con el menor resquicio de duda o mentira.
En una situación de desconocimiento total, lo que queda es crear empatía y buscar fusionarse en el otro. La duda no tiene lugar.
Quizá suene un poco arriesgado, pero ¿qué más? si vivir significa compartir soledades, uno puede terminar ensangrentado.

Big Bang

Aceptación es lo que falta cuando la experiencia es pobre.
El frío congela los ríos, y el agua no llega a su cauce final.
¿Qué hace falta para comprender que la verdad no tiene tintes ni espacios?