miércoles, marzo 14, 2012

De la chingada, gracias, y a ti?

Siempre ha habido algo de macabro, penado y sentenciado el que una persona envidie o no se congratule por la felicidad ajena. El hecho de torcer el ojo, fingir una sonrisa que esboce los dientes para que no se note que es fingida y encogerse de hombres para expresar un forzado: "qué gusto!!" es preferible a un: "ah, órale, pues a mí me va de la chingada".

Sin embargo, estar del lado del "victimario" que luce sus múltiples bienes y bendiciones ante los "desvalidos de la suerte" es una tarea no sólo no penada sino aprobada por todos.

Y bien, a todas éstas, sin un afán de ponerme del lado del relativismo actual, ambas son válidas, o no?