miércoles, diciembre 15, 2010

Tu sueño, mi sueño

Sofía llegó a ese sitio, al que siempre añoró de pequeña, el que respiró durante sus descansos, el que la humedad carcomió entre rincones y que albergaba a la gente que compartía su mismo apellido y sangre. El sueño de prolongar esa paz y ese cielo azul casi interminable se podía concretar con un simple: sí. Aquello implicaba un abandono de recuerdos, de planes y de sueños, pero a cambio, recibiría la eterna primavera.
Sofía lo rechazó. La primavera podía esperar, al fin y al cabo es una simple estación del año. Sin embargo, todo lo que ella añoraba, no. Se aferró a sus sueños.
Claro, nunca contó con que la incesante necesidad de cumplir exigencias ajenas la asfixiaría a un punto tal que se vería obligada (por sí misma) a abandonar todo aquello que hacía que su nombre fuera Sofía.
Y la necesidad apremió y el sueño se postergó.
Ahora Sofía vive en un mar de amargura, donde los reproches y las frustraciones florecen en la eterna primavera.

viernes, junio 18, 2010

En camino

Me dueles porque te lo permito. Porque tus sinsabores, miserias y engaños los hice míos y asumo la culpa de todos ellos. Te contemplo, te respiro, te siento y por más que lo intente, por más que busque pertenecerte, me sigo quedando con esta parte que creí que era tuya.

Hay humo en todos los pensamientos, la lucidez se convierte en un reflejo circunstancial de imágenes y vivencias que se entretejen para formar una historia, aquella donde eres el protagonista y donde te recuerdo... ¿donde te recuerdo? ¿no eras ya parte de mi presente?

Entonces llamo al olvido para que entre al acto, con la paz que brinda, aquélla que llega tras ser purificado por el dolor que cala. Ahuyenta (una vez más) el miedo a perderte, a no tenerte y acaricia conmigo el silencio que compartimos, aquel que te hizo que no fueras mío.