Y te convertiste en anhelo, en deseo itinerante.
Y me repugna mi necesidad de ti, de compartir la mañana, la mirada sin palabras y la avidez de sentir.
Pero sólo permanezco en medio, o quizá en el principio, perdida, soñando con sabores de almendra y miel.
El tiempo vacila en su paso, avanza y retrocede, y sólo me remite a todo lo sensorial que me hizo hundirme en una ilusión casi pagana.
Y te juro, te juro, que no te dedicaré una palabra más, que no violaré el poderío que ya tienes compartido, que no provocarás más olvidos ni tropiezos.
miércoles, octubre 21, 2009
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